2. Falta de posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico.
3.
Presencia de numerosos problemas o síntomas intensos, múltiples,
multifactoriales y cambiantes.
4.
Gran impacto emocional en paciente, familia y equipo terapéutico, muy
relacionado con la presencia, explícita o no, de la muerte.
5. Pronóstico de
vida inferior a 6 meses.
Es FUNDAMENTAL no etiquetar de enfermo
terminal a un paciente potencialmente curable.
Los tratamientos
curativos y paliativos no son mutuamente excluyentes, sino que son una cuestión
de énfasis. Así, aplicaremos gradualmente un mayor número y proporción de
medidas paliativas cuando avanza la enfermedad y el paciente deja de responder
al tratamiento específico.
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